Botulismo en aves acuáticas: tipos de toxinas implicadas, epidemiología y métodos de diagnóstico en IVAMI

Información 21-07-14.

El botulismo está causado por la ingestión de una neurotoxina potente producida por algunas cepas de Clostridium botulinum. La toxina también puede ser producida por la colonización del tubo digestivo por cepas de Clostridium botulinum productoras de la toxina. Esta toxina, cuando se ingiere, o cuando se produce a nivel intestinal, es absorbida desde el tubo digestivo y afecta a la transmisión neuromuscular, bloqueando las uniones neuromusculares e impidiendo la liberación del neurotransmisor acetilcolina. Como consecuencia provoca una parálisis fláccida, seguida finalmente de la muerte.

El botulismo aviar se diagnostica en todo el mundo y se considera la enfermedad aviar más importante en términos de mortalidad. De los 7 tipos de toxina botulínica (A a G), el tipo C es el implicado con más frecuencia, seguido por los tipos D y E. Algunos casos son debidos a la toxina en mosaico C y D., que ha demostrado ser más letal para ratones inoculados.

Clostridium botulinum puede encontrarse en los sedimentos de lagos, en algunos artrópodos (como moscas necrófagas), y en caracoles acuáticos. Cuando los animales mueren como consecuencia de botulismo, o por otra causa, las moscas necrófagas depositan las larvas que ingieren la toxina, y no se afectan por ella, pero pueden ser portadora para otras aves que ingieren estas larvas a partir de las carcasas.  A partir de cualquiera de estas fuentes pueden colonizarse las aves acuáticas, y se ha podido evidenciar la presencia de Clostridium botulinum en el tracto digestivo de hasta el 38% de las aves acuáticas. También se ha encontrado en algunos estudios en invertebrados acuáticos (18%) y en invertebrados necrófagos (33%) como moscas Sarcophagidae y Calliphoridae. La presencia de la bacteria en las moscas adultas abre una nueva perspectivas en la epidemiología del botulismo aviar, ya que las moscas pueden transmitir Clostridium botulinum de una carcasa a otra. También se ha demostrado la presencia de Clostridium botulinum en caracoles acuáticos a partir de los cuales se pueden colonizar las aves al ingerirlos.

Clostridium botulinum prolifera en las carcasas de las aves en descomposición, y el consumo de larvas de moscas con toxinas de estas carcasas por aves sanas, puede afectar a las aves que la consumen.

En este sentido se ha propuesto la retirada de las carcasas de aves muertas para tratar de disminuir su efecto en la cadena epidemiológica, pero los resultados no han sido muy concluyentes. La supervivencia de algunas aves acuáticas puede ser superior en los lagos con menor densidad de carcasas, pero no se ha demostrado un efecto significativo de la retirada de las carcasas.

En los brotes de botulismo existen varios factores predisponentes que tienen relaciones complejas:

      • La abundancia de esporas de Clostridium botulinum en el medio que pueden depender del tipo de suelo, de los sedimentos acuáticos y de las propiedades del agua.
      • Las temperaturas elevadas que se alcanzan en tierras húmedas, sobre todo en verano, que pueden favorecer el desarrollo de Clostridium botulinum en las carcasas o en los materiales en descomposición.
      • La mortalidad de las aves debida a otras causas, puede contribuir al botulismo porque proporciona carcasas donde Clostridium botulinum puede crecer e iniciar un brote.
      • La susceptibilidad de algunas especies de aves a la toxina botulínica puede ser un factor determinante.

Métodos de diagnóstico

El diagnóstico de botulismo aviar pasa por dos opciones básicas: 1) detectar toxina botulínica preformada en la sangre del animal, y 2) cultivar Clostridium botulinum a partir del tubo digestivo o del medio donde se encuentran las aves, demostrando que es productor de toxina botulínica.

En este sentido, detectar la toxina botulínica en la sangre de un ave afectada, sólo es factible cuando se dispone del ave afectada viva, ya que en caso contrario, la invasión del torrente sanguíneo por bacterias procedentes del intestino, hace casi imposible realizar correctamente la prueba de inoculación a ratones para detectarla.   

En caso de querer detectar la presencia de Clostridium botulinum en sedimentos acuáticos, en el tubo digestivo (contenido intestinal del ciego) de las aves, en larvas de moscas, en artrópodos acuáticos, en caracoles acuáticos, etc., lo que procede es realizar un cultivo, y después de varios días (7 a 9 días), obtener un filtrado de cultivo y con él realizar la inoculación a ratones, o bien, preferiblemente hoy día, detectar la presencia de genes productores de la toxina en las bacterias del cultivo. Decimos que es preferiblemente detectar los genes porque en el cultivo pueden desarrollarse muchas bacterias que a través de su endotoxinas, aunque se filtre el sobrenadante del cultivo, pueden provocar la muerte de los ratones. Por otra parte la detección específica de los genes de cada tipo de toxina, evita tener que realizar la prueba de neutralización en ratón para identificar el tipo de toxina, con lo que se acelera el resultado de la prueba.

Pruebas realizadas en IVAMI

  • Detección de toxina en sangre de animales enfermos, antes de fallecer.
  • Aislamiento en cultivo de Clostridium botulinum a partir de muestras de sedimentos acuáticos, de contenido intestinal (preferiblemente del ciego).
  • Detección de toxina en los cultivos, mediante inoculación a ratones o mediante detección de genes codificantes de la toxina.

Muestras recomendadas:

 

  • Las indicadas previamente según las pruebas

Conservación y envío de la muestra:

 

  • Refrigerada (preferido) durante menos de 2 días.

Plazo de entrega:

 

  • Detección de toxina en sangre: 48 a 72 horas.
  • Cultivo de Clostridium botulinum y presencia de toxina en los cultivos: 9 a 10 días.

Coste de la prueba: