Miastenia gravis (Myasthenia gravis)

La miastenia gravis es un proceso autoinmune que da lugar a debilidad de los músculos esqueléticos. Con mayor frecuencia, la debilidad comienza en los músculos alrededor de los ojos, lo que puede provocar ptosis palpebral y dificultad en la coordinación de los movimientos oculares, lo que puede llevar a visión borrosa o doble. En una forma de la enfermedad conocida como miastenia ocular, la debilidad se limita a los músculos oculares. En la mayoría de las personas con miastenia gravis, sin embargo, pueden verse afectados músculos adicionales en la cara y el cuello. Los individuos afectados pueden tener expresiones faciales inusuales, dificultad para sostener la cabeza, disartria y/o disfagia, que pueden dar lugar a asfixia, náuseas y babeo.

Otros músculos en el organismo también se ven afectados en algunas personas con miastenia gravis, como por ejemplo los músculos de los brazos y las piernas, haciendo que las personas afectadas tengan cambios en su modo de caminar o problemas con el levantamiento de objetos, levantarse de una posición sentada o subir escaleras. La debilidad muscular tiende a fluctuar con el tiempo, que por lo general empeora con la actividad y mejora con el reposo.

La debilidad de los músculos de la pared torácica y el diafragma puede provocar problemas respiratorios en algunas personas con miastenia gravis. Alrededor del 10 por ciento de las personas con esta enfermedad padece una complicación potencialmente fatal en la que estos músculos respiratorios se debilitan hasta el punto de que la respiración se ve peligrosamente deteriorada, y la persona afectada requiere ventilación mecánica. Esta insuficiencia respiratoria, denominada crisis miasténica, puede ser desencadenada por el estrés, infecciones o reacciones a medicamentos.

Las personas pueden desarrollar miastenia gravis a cualquier edad. Por razones que se desconocen, se diagnostica con mayor frecuencia en las mujeres menores de 40 años y los varones mayores de 60 años de edad. Es poco frecuente en los niños, pero algunos recién nacidos de mujeres con miastenia gravis presentan signos y síntomas de la enfermedad durante los primeros días o semanas de vida. Esta aparición temporal de los síntomas se llama miastenia neonatal transitoria gravis.

Se cree que las variaciones en genes particulares pueden aumentar el riesgo de miastenia gravis, pero la identidad de estos genes se desconoce. Hay muchos factores que probablemente contribuyen al riesgo de desarrollar este proceso complejo. La miastenia gravis es una enfermedad autoinmune que se produce cuando el mal funcionamiento del sistema inmunológico ataca los propios tejidos y órganos del organismo. En la miastenia gravis, el sistema inmune interrumpe la transmisión de los impulsos nerviosos a los músculos mediante la producción de anticuerpos que se unen a ciertas proteínas para la transmisión de señales nerviosas. Los anticuerpos normalmente se unen a las partículas extrañas y gérmenes, marcándolas para su destrucción, pero el anticuerpo en la miastenia gravis ataca la proteína humana normal. En los individuos más afectados, el anticuerpo se dirige al receptor de acetilcolina (AChR); en otros, los anticuerpos atacan una proteína relacionada denominada quinasa específica muscular (MuSK). En ambos casos, los anticuerpos anormales dan lugar  a una reducción de AChR disponible. La proteína AChR es crítica para la señalización entre las células nerviosas y musculares, lo cual es necesario para el movimiento. En la miastenia gravis, debido a la respuesta inmune anormal, está presente menos AChR, lo que reduce la señalización entre las células nerviosas y musculares. Estas anomalías de señalización dan lugar a una disminución en el movimiento muscular y la debilidad muscular característica de esta enfermedad.

No está claro el motivo del mal funcionamiento del sistema inmune en las personas con miastenia gravis. Alrededor del 75 por ciento de los individuos afectados tienen un timo anormalmente grande e hiperactivo. En ocasiones, se desarrollan tumores (timomas) que normalmente son benignos. Sin embargo, la relación entre los problemas del timo y el mal funcionamiento del sistema inmune que se produce en la miastenia gravis no se entiende bien. Las personas con miastenia gravis tienen un mayor riesgo de desarrollar otras enfermedades autoinmunes, como la enfermedad tiroidea autoinmune y el lupus eritematoso sistémico. Las variaciones genéticas que afectan a la función del sistema inmune probablemente afectan el riesgo de desarrollar la miastenia gravis y otros procesos autoinmunes. Algunas familias se ven afectadas por un proceso hereditario con síntomas similares a los de la miastenia gravis, pero en el que los anticuerpos para el AChR o proteínas MuSK no están presentes. Esta alteración, que no se considera un proceso autoinmune, se denomina síndrome miasténico congénito.

En la mayoría de los casos, la miastenia gravis no se hereda y ocurre en personas sin antecedentes de la enfermedad en su familia. Alrededor del 3 al 5 por ciento de los individuos afectados tienen otros miembros de la familia con miastenia gravis u otros procesos autoinmunes, pero el patrón de herencia es desconocido.