Instituto Valenciano de Microbiología
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Bacillus clausii. Aislamiento en cultivo; Identificación molecular (secuenciación); Diagnóstico molecular (PCR).

Información (04-11-2014)

       Los probióticos son microbios vivos que cuando se administran en cantidades adecuadas proporcionan un beneficio al hospedador. Los probióticos pueden dispensarse como microorganismo únicos (p. ej. Lactobacuillus spp., Bacillus clausii, ..), o como una mezcla de varias cepas de Lactobacillus (L. acidophilus, L. sporogenes, L. lactis, L. reuteri, L. plantarum, ...), de Bifidobacterium (B. bificum, B. longum, B. infantis, …), Streptococcus (S. thermophilus, S. lactis, S. faecalis, …), Saccharomyces boulardii, etc. Algunas de estas bacterias son habitantes habituales del intestino humano, colonizando en general el colon. Las enfermedades graves y su tratamiento, desarrollan un ambiente hostil que altera la microflora normal, favoreciendo el crecimiento de bacterias patógenas. El tratamiento con probióticos trata de reducir, o eliminar, los posibles patógenos y sus toxinas, aportando nutrientes, factores de crecimiento, estimulando la motilidad intestinal, modulando los mecanismos de defensa natural a través de la normalización de la flora intestinal alterada, y estimulando la respuesta inmunitaria Th1 e inhibiendo la respuesta inmunitaria Th2.
       
       Se ha demostrado que el uso de probióticos es efectivo para prevenir la diarrea asociada a antibióticos. Sin embargo, los probióticos en uso, no proporcionan beneficios rápidos, y necesitan una administración prolongada para que se obtengan beneficios clínicos, como pueden ser la reducción de tasa de infección, los cuadros de sepsis grave, reducción de la estancia en UCI, reducción del número de días de ventilación asistida y la mortalidad, en pacientes graves quirúrgicos o traumatizados. La ausencia de los efectos beneficiosos requeridos en pacientes graves, sometidos a tratamiento antimicrobiano, puede ser debido a   que las cepas utilizadas no se adhieran adecuadamente a la mucosa intestinal de forma rápida,  o a que no se administre una dosis más elevada.
       
       Habitualmente, existen probióticos en algunos alimentos como los yogures u otros  productos lácteos. Para ser efectivos los probióticos debe atravesar la barrera gástrica para proliferar y colonizar intestino, incluso en presencia de las sales biliares y de los antibióticos que pudiesen estar administrándose a un paciente. Una vez en el intestino, deben adherirse a las células de la mucosa intestinal, deben reducir la permeabilidad de la mucosa para evitar que puedan pasar bacterias patógenas desde la luz intestinal a los vasos linfáticos o sanguíneos, y deben potenciar la respuesta inmunitaria local, con secreción de inmunoglobulina A. Se ha demostrado que los probióticos estimulan el sistema inmunitario, promoviendo la respuesta Th1 y T reguladora, proporcionando IL12, IFN-gamma, IL-10, TGF-beta, y disminuyendo la respuesta Th2, inhibiendo la liberación de IL-4.
       
       Los probióticos no son microorganismos patógenos, por lo que su ingestión no está asociada con efectos indeseables. Bacillus clausii, una de las bacterias consideradas probióticas, es una bacteria aerobia, formadora de esporas, capaz de sobrevivir al paso por el ambiente ácido del estómago y colonizar el intestino en presencia de antibióticos. Existe disponible en viales con 2 billones de esporas/5 mL (enterogermina), y suelen administrarse  dos viales al día durante 4 semanas.  
       
    Esta bacteria se ha utilizado para el tratamiento de los efectos colaterales producidos con la terapia antimicrobiana de algunas infecciones de larga duración, en la que pueden producirse efectos colaterales (nauseas, diarreas, dolor epigástrico) como ocurre en el tratamiento de la infección por Helicobacter pylori, aumentando la tolerancia a la terapéutica erradicativa de esta infección, y habiéndose comprobado que no afecta a la tasa de erradicación, por lo que su utilización puede ser beneficiosa en los pacientes con infecciones recurrentes por H. pylori.  Además se ha utilizado para evitar infecciones respiratorias recurrentes en niños asmáticos, y para reducir la incidencia de otras infecciones.