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Adenovirus canino tipo 1 (Canine adenovirus type 1) (dsDNA, Adenoviridae): Diagnóstico molecular (PCR).

 

Adenovirus canino tipo 1 (CAV-1) es una especie de virus que pertenece al género Mastadenovirus, de la familia Adenoviridae, con una distribución mundial. Los adenovirus tienen un tamaño de alrededor de 70-80 nm de diámetro. Su estructura consiste en una cápside de simetría icosdaédrica con 252 capsómetros y 12 filamentos en los vértices y un genoma ADN de doble cadena. Adenovirus canino tipo 1 (CAV-1) afecta principalmente a perros, en los que causa Hepatitis Infecciosa Canina (HIC). Este virus también infecta a zorros (en los que causa encefalitis), así como a lobos, coyotes y osos.

La transmisión de Adenovirus canino se produce por inhalación o ingestión del virus principalmente por vía oro-nasal, a través de secreciones nasales y saliva, si bien puede transmitirse por vía oro-fecal, a través de la ingestión de alimentos o aguas contaminadas por heces u orina procedentes de animales infectados. En condiciones adecuadas, el virus puede sobrevivir en el ambiente durante meses. Después de una exposición, el virus se replica inicialmente en las amígdalas y las placas de Peyer, desde donde se disemina a los ganglios linfáticos. Una vez en el torrente sanguíneo (viremia), la replicación secundaria ocurre en el hígado y en los riñones. Posteriormente se produce una rápida diseminación hacia otros tejidos como el bazo, los pulmones y los ojos.

La entrada en la célula huésped por parte de los adenovirus se logra mediante la formación de endosomas y, posteriormente, el virus es liberado en el citoplasma. Con la ayuda de los microtúbulos celulares, el virus se desmonta. La cápside viral es transportada al núcleo a través del citoplasma. Posteriormente, se libera el ADN viral que puede penetrar en el núcleo a través del poro nuclear. La replicación del ADN tiene lugar en el núcleo y está mediada por una polimerasa de origen vírico. La proteína terminal (55 kDa) que se une covalentemente al extremo 5' del genoma del adenovirus actúa como iniciador para la replicación. A continuación, la ADN polimerasa viral utiliza un mecanismo de desplazamiento de cadena para replicar el genoma. El virus sale de la célula huésped por lisis, viroporinas y ruptura de la envoltura nuclear.

La hepatitis infecciosa canina (HIC) se observa con mayor frecuencia en perros menores de un año de edad, aunque puede afectar animales no vacunados de cualquier edad. En los animales afectados, el periodo de incubación es de 4 a 9 días. Los síntomas de esta enfermedad varían desde una fiebre leve a una enfermedad fatal en los casos más intensos de la enfermedad. Los signos clínicos de la enfermedad incluyen aumento de la temperatura rectal (fiebre, la cual puede ser bifásica o pasajera), aumento en la frecuencia cardíaca, linfoadenomegalia, hipersensibilidad abdominal, hepatomegalia, vómitos, diarrea (con o sin presencia de sangre) y edemas en los miembros. En fases agudas los animales infectados pueden presentar apatía, depresión, anorexia, fiebre, vómito, diarrea, descargas nasales serosas y oculares (conjuntivitis). Además, estos animales pueden presentar signos de dolor abdominal, líquido abdominal, vasculitis, petequias, linfadenopatía, coagulopatía diseminada, encefalopatía hepática y lesiones oculares (uveítis anterior).

La hepatitis crónica puede provocar un daño del 70% en el hígado con el consiguiente mal funcionamiento del mismo. En animales más comprometidos pueden presentarse signos del sistema nervioso central y colapso vascular. Los perros con una infección grave pueden fallecer en el transcurso de unas cuantas horas desde el inicio de los signos clínicos. Debido a ello, la Hepatitis Infecciosa Canina (HIC) presenta una alta tasa de mortalidad. Sin embargo, la mayoría de los perros se recuperan después de una leve enfermedad, aunque pueden persistir lesiones en el riñón. Aquellos perros que se recuperan pueden excretar el virus en la orina durante 4 a 9 meses después del inicio de la recuperación.           

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