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Clostridium botulinum – Botulismo (Formas clínicas). Pruebas para diagnóstico de botulismo. Detección de toxina en pacientes, alimentos, piensos, lodos o sedimentos acuáticos; aves acuáticas, otras muestras. Pruebas recomendadas: detección de toxina,  Cultivo de C. botulinum, Tipado de toxina botulínica; Diagnóstico molecular (PCR).

 

Información 05-08-16.

 

Características de Clostridium botulinum y de la/s toxina/s botulínica/s

 

Clostridium botulinum es un bacilo anaeróbico estricto, grampositivo, del género Clostridium, familia Clostridiaceae, formador de esporas que produce una toxina neurotóxica. Esta bacteria suele encontrarse en la tierra y en aguas y sus sedimentos no tratados (océanos, lagos), con una distribución mundial. En algunas circunstancias este organismo puede contaminar alimentos y crecer en ellos produciendo su toxina/s. El botulismo, una forma grave de envenenamiento por alimentos, resulta de la infección de alimentos conteniendo la toxina. Aunque esta enfermedad por alimentos es rara, su tasa de mortalidad es elevada. Cuando se determinó el tipo de toxina entre los 1036 casos detectados en EE.UU. entre 1899 y 1990, 384 fueron por toxina tipo A, 106 por toxina B, 105 por toxina E y 3 por toxina F. A veces pueden darse casos debidos a 2 toxinas, por ejemplo A y B.

Todas las formas de botulismo humano o animal, son debidas a la absorción de la toxina botulínica formada durante la multiplicación de la bacteria Clostridium botulinum.   La toxina posee una toxicidad (neurotoxicidad) muy elevada, por lo que ejerce su acción en dosis ínfimas, es termolábil, mientras que las esporas de esta bacteria son termorresistentes y sobreviven en los alimentos calentados a más de 100ºC, como las conservas sometidas a tratamientos térmicos. Además de C. botulinum algunas cepas de C. butyricum, C. baratii y C. argentinense pueden producir la neurotoxina botulínica.

Existen 7 tipos de toxina (A – G) diferenciables por pruebas de neutralización, útiles para la clínica y para epidemiología. Los tipos A, B, E y F son las principales causas de botulismo humano, mientras que los tipos C y D se encuentran en el botulismo animal, siendo los más afectados las aves silvestres y las aves de corral, el ganado vacuno, el ganado equino y algunas especies de pescados. Los tipos A y B son los más frecuentes en hombre, y se encuentran principalmente en alimentos relacionados con  la contaminación de conservas vegetales de preparación casera, pero en Europa estos tipos también se han encontrado en relación con alimentos cárnicos. El tipo E (piscícola) se encuentra en medios acuáticos y se correlaciona con los casos de botulismo E en relación con pescados contaminados o mariscos, y está aumentando. El tipo F es excepcional. El tipo C se ha subdividido en C1 (neurotoxina) y C2 (no es neurotoxina, afecta la permeabilidad vascular y es enterotoxigénica). El tipo G es producido por C. argentiniense (aislados del suelo en Argentina, del suero de pacientes fallecidos, aunque no está clara su implicación).

Las toxinas se sintetizan durante el crecimiento de la bacteria, como una proteína inactiva (150 kDa), que se libera de la bacteria al lisarse. Para activarse, la toxina formada  debe degradarse en dos cadenas polipeptídicas (50 y 100 kDa).           

C. botulinum, puede diferenciarse en grupos según sus características de cultivo, bioquímicas y fisiológicas. Todos los cultivos de tipo A y algunos del tipo B y F son proteolíticos. Los cultivos de C. botulinum que producen las toxinas C y D no son proteolíticos, cuando se cultivan en un medio con clara de huevo coagulada o carne. Todos los de tipo E y algunos de los del tipo B y F son no-proteolíticos, pero poseen características del metabolismo de los carbohidratos que los diferencian de los grupos no-proteolítcos de los tipos C y D. Las cepas de tipo G no han sido estudiadas con suficiente detalle para una caracterización efectiva y satisfactoria.

La temperatura óptima de crecimiento y producción de toxina está alrededor de 35ºC para las cepas proteolíticas; para las cepas no-proteolíticas es de 26-28ºC. Las cepas no-proteolíticas de los tipos B, E y F pueden producir toxina a temperaturas de refrigeración (3-4ºC). Las toxinas de las cepas no-proteolíticas no manifiestan su máxima toxicidad hasta que se ha activado la toxina con tripsina. Las toxinas de las cepas proteolíticas generalmente se producen en su forma activada.

Formas clínicas de botulismo

Existen cuatro formas clínicas de botulismo humano:

En cualquiera de las formas clínicas de botulismo humano, e igual en el botulismo animal, la toxina penetra en la sangre desde el tubo digestivo cuando se ha ingerido preformada con un alimento, o cuando se ha producido por la bacteria que coloniza el tubo digestivo (niños pequeños o adultos), o en casos excepcionales desde una herida infectada por la bacteria. Hay algunos alimentos que son más propensos que otros a contener toxina botulínica. Los alimentos con pH inferior a 4,5 es más difícil que sean causa de botulismo ya que a este pH C. botulinum es incapaz de multiplicarse y elaborar la toxina (este es el caso de los zumos de frutas, alimentos marinados en vinagre, etc.). Por el contrario los alimentos con pH igual o superior a 4,5 pueden causar botulismo, ya que en ellos es posible la multiplicación y producción de toxina (este es el caso de carnes, pescados, legumbres, platos preparados, etc.), sobre todo aquellos alimentos exentos de exposición al oxígeno, como ocurre con los alimentos enlatados o envasados al vacío, y que tengan un pH mayor de 4,6. Son ejemplo de alimentos peligrosos: jamón curado o ahumado, conservas de pescado o vegetales (sometidas a un tratamiento térmico insuficiente para destruir las esporas), etc. Las latas de conservas contaminadas con C. botulinum suelen estar abombadas, aunque esto no suele ocurrir con el tipo E.

La toxina absorbida se fija irreversiblemente a las uniones neuromusculares de las neuronas motoras, impidiendo la liberación de acetilcolina, y provocando la parálisis fláccida o la atonía muscular.

La clínica se caracteriza por una parálisis aguda fláccida, que suele comenzar con afectación bilateral de los pares craneales, afectándose los músculos de la cara, cabeza y faringe, y luego desciende simétricamente para afectar a los músculos del tórax y de las extremidades. La muerte, cuando ocurre, es debida al fracaso respiratorio por la parálisis de la lengua y músculos faríngeos que ocluyen las vías aéreas superiores, o bien por parálisis del diafragma y de los músculos intercostales. Por esta razón, los pacientes deben recibir antitoxina botulínica y los cuidados intensivos respiratorios necesarios.

Pruebas de laboratorio disponibles

Detección de la toxina botulínica en las muestras/productos sin cultivo previo (para muestras recomendadas ver después en el apartado de pruebas ofertadas por IVAMI  y muestras requeridas).

Esta es la prueba recomendada en un paciente con clínica de botulismo.

La detección de la toxina botulínica preformada puede llevarse a cabo en un líquido como el suero obtenido a partir de sangre. También puede detectarse a partir de los restos de un alimento ingerido que haya causado un caso/brote de botulismo, preparando un extracto filtrado a partir de él. En los casos de botulismo infantil o de botulismo intestinal puede detectarse la presencia de toxina botulínica en las heces de los niños/pacientes, pero consideramos más recomendable realizar un cultivo previo de las heces (ver después). Para detectar la toxina se lleva a cabo la inoculación de animales de experimentación (ratones) que desarrollarán una sintomatología paralítica, seguida de muerte, si se les inoculó toxina botulínica. Para corroborar que los ratones han muerto por la inoculación de toxina botulínica, es necesario realizar una prueba de neutralización, que permite confirmar que existe toxina botulínica y al mismo tiempo permite identificar el tipo de toxina botulínica presente. Esta prueba de neutralización se realiza enfrentando el producto inoculado (suero de persona o animal, extracto de alimento ingerido, …) a antisueros específicos de cada tipo de toxina.

Como paso previo a la prueba de neutralización es necesario calcular la dosis mínima mortal (d.m.m.). De esta forma calcularemos la dilución máxima (la más elevada) que provoca la muerte de los animales inoculados, y el volumen inoculado que ha provocado la muerte de los animales contendrá una dosis mínima mortal.

Para identificar el tipo de toxina, una vez titulada y conocida la “dosis mínima mortal”, se realizará el enfrentamiento de una dosis mínima mortal con los distintos tipos de sueros anti-botulínicos. Estas mezclas serán inoculadas en igual volumen a los animales de experimentación y aquellos que sobrevivan, habrán sido inoculados con la mezcla de “dosis mínima mortal” más un antisuero frente a un tipo que ha sido capaz de neutralizarlo.

Detección de la toxina en las muestras/productos tras cultivo previo (para muestras recomendadas ver después en el apartado de pruebas ofertadas por IVAMI  y muestras requeridas).

Cuando la bacteria Clostridium botulinum, productora de la toxina, pueda encontrarse en la muestra se recomienda realizar el cultivo previo, para investigar la toxina después de haber cultivado la muestra. Este es el caso de las heces de un paciente afecto de botulismo infantil o de botulismo intestinal, de los restos de un alimento ingerido en el que hubiese proliferado la bacteria (por ej., una conserva), de un alimento sospechoso que pudiese contener la bacteria proliferando (por ej., una conserva abombada), un alimento sometido a control en el se desee excluir la presencia de esta bacteria (por ej., embutidos como jamones),  o de otras muestras como los lodos acuáticos o marinos, etc., de zonas donde se haya observado mortalidad de las aves acuáticas.

Durante el cultivo en el laboratorio, en los medios de cultivo adecuados, se produce la toxina en caso de que exista la bacteria y al preparar un filtrado del cultivo se puede investigar su presencia, inoculando con el filtrado a ratones, que en caso de afectarse indicará la presencia probable de Clostridium botulinum en la muestra/producto cultivado. No obstante, los ratones pueden haber fallecido por otra causa, por lo que es necesario, antes de emitir el informe, comprobar que realmente han fallecido por haberles inoculado toxina botulínica.

Para confirmar la presencia de toxina botulínica en el cultivo se puede realizar la prueba de neutralización utilizando antisueros específicos de cada tipo de toxina botulínica (prueba de neutralización), o bien detectar la presencia de Clostridium botulínum y su tipo en el medio de cultivo (detección molecular por PCR).

La prueba de neutralización se realiza enfrentando el producto inoculado (filtrado de cultivo) a antisueros específicos de cada tipo de toxina.

Como paso previo a la prueba de neutralización es necesario calcular la dosis mínima mortal (d.m.m.). De esta forma se calcula la dilución máxima (la más elevada) que provoca la muerte de los animales inoculados, y el volumen inoculado que ha provocado la muerte de los animales contendrá una dosis mínima mortal.

Para identificar el tipo de toxina, una vez titulada y conocida la “dosis mínima mortal”, se realizará el enfrentamiento de una dosis mínima mortal con los distintos tipos de sueros anti-botulínicos. Estas mezclas serán inoculadas en igual volumen a los animales de experimentación y aquellos que sobrevivan, habrán sido inoculados con la mezcla de “dosis mínima mortal” más un antisuero frente a un tipo que ha sido capaz de neutralizarlo.

La detección molecular por PCR evita el tiempo requerido para calcular la dosis mínima  mortal (d.m.m.) y la prueba de neutralización.

Detección de anticuerpos anti-toxina botulínica (para muestras recomendadas ver después en el apartado de pruebas ofertadas por IVAMI  y muestras requeridas)

La detección de anticuerpos anti-toxina botulínica tiene interés en los siguientes casos:

La toxina de Clostridium botulinum, a diluciones muy elevadas, se ha usado mediante administración local para tratar procesos espásticos. En estos procesos se ha demostrado que puede ser un remedio útil. Estos procesos espásticos suelen ser crónicos por lo que requieren que se administre la toxina de forma duradera. Por ello, pueden surgir  resistencias durante el tratamiento debido a la inmunización progresiva del paciente a lo largo del tratamiento, en cuyo caso el remedio sería limitado. Para detectar esta inmunización se requiere medir de forma precisa y sensible la existencia de anticuerpos frente a la toxina botulínica A y/o B.

El método de referencia aceptado para detectar y cuantificar los anticuerpos frente a la toxina botulínica es la prueba de neutralización en ratón (Mouse Neutralization Assay), en el que una solución de la toxina botulínica, cuantificada en Dosis Letal 50% para el ratón (DL50), se mezcla con varias diluciones en base 2 ó en base 4 del suero/plasma problema, y tras una incubación se inocula por vía intraperitoneal a unos lotes de ratones. La dilución más elevada del suero problema que reduzca la toxicidad es el título de anticuerpos frente a la correspondiente toxina botulínica del suero. Esta dilución, comparada con un standard internacional permite obtener los resultados en unidades internaciones (UI/mL) (1 U.I. se define como la cantidad de anticuerpos que neutraliza 10.000 DL50 de toxinas A o B, o 1.000 DL50 del tipo E). La cantidad de toxina utilizada en las pruebas es aquella que es neutralizada por 0,02; 0,005 y 0,0125 UI/mL de antitoxina para los tipos A, B y E, respectivamente (Hatheway et al. 1984). Los sueros que no protegen al ratón al título de 1:4 se informan como <0,08 UI/mL para el tipo A, o <0,02 UI/mL para el tipo B. Esta prueba es laboriosa, costosa y de larga duración de realización, por lo que se han buscado alternativas basadas en métodos de enmzimoinmunoanálisis (ELISA) utilizando microplacas recubiertas de toxina botulínica. Sin embargo, los valores obtenidos por ELISA, a veces, no se correlacionan completamente con la prueba de neutralización en ratón.

Como paso previo a la prueba de neutralización es necesario calcular la dosis mínima mortal (d.m.m.) de toxina. El cálculo de la dosis mínima mortal se realiza diluyendo en base 10 el filtrado de un cultivo, diluyendo a la mitad con solución salina fisiológica para obtener la misma dilución que la toxina mezclada con suero o plasma de paciente, e inoculando con cada mezcla de dilución unos animales de laboratorio. De esta forma se calcula la dilución máxima (la más elevada) que provoca la muerte de los animales inoculados. El volumen inoculado que ha provocado la muerte de los animales contendrá una dosis mínima mortal.

Una vez conocida la dosis mínima mortal, hay que calcular la dosis mínima no mortal (d.m.n.m.) que corresponde a la cantidad mínima de toxina que en presencia de una cantidad constante de antitoxina, no provoca la muerte de los ratones inoculados. Esta cantidad de toxina es la que es neutralizada por las unidades correspondientes de antiotoxina anti-A, o de antitoxina anti B. Se llama dosis mínima no mortal porque es la mínima cantidad de toxina  que no provoca la muerte de los ratones en presencia de antitoxina.

Pruebas ofertadas por IVAMI y muestras requeridas:

Tiempos de realización:

Formulario con características del producto y prueba/s elegidas

Volumen de muestra

Condiciones de conservación y envío de las muestras

Coste de las pruebas

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