Echinococcus granulosus –Agente etiológico de la equinococosis o hidatidosis quística-Anticuerpos IgG, Diagnóstico molecular (PCR).

 

Información 26-05-18.

 

La equinococosis o hidatidosis humana es una enfermedad zoonótica causada por cestodos del género Echinococcus. Existen diferentes tipos de hidatidosis, según la especie causante de la enfermedad. Entre ellas, la equinococosis o hidatidosis quística, causada por Echinococcus granulosus, es una enfermedad crónica caracterizada por el desarrollo de uno o más quistes hidatídicos localizados con mayor frecuencia en el hígado y los pulmones, y con menor frecuencia en los huesos, riñones, bazo, músculos, sistema nervioso central y ojos. Esta zoonosis tiene una distribución cosmopolita, aunque es especialmente prevalente en países productores de ovejas, en las zonas rurales. América del Sur, Medio Oriente, Australia, Rusia y China son las regiones donde se informan un mayor número de casos. La equinococosis quística tiene un impacto considerable en la salud tanto humana como animal, e importantes consecuencias económicas derivadas de los costos del tratamiento médico y la morbilidad para los casos humanos y las pérdidas en la productividad animal.

Actualmente, se acepta la existencia de nueve especies dentro del género Echinococcus: E. multilocularis, E. vogeli, E. oligarthra, E. shiquicus, E. granulosus, E. equinus, E. ortleppi, E. canadensis, y E. felidis. Las especies de este género difieren en morfología, desarrollo, especificidad de hospedador, infectividad y patogenicidad en humanos, y otros aspectos. Entre ellas, cuatro especies son consideradas más importantes desde el punto de vista de salud pública y por su distribución e impacto económico a nivel mundial. En primer lugar, E. granulosus, causante de la equinococosis quística, y el E. multilocularis, agente etiológico de la equinococosis alveolar, son los más frecuentes. Por otro lado, E. vogeli, causante de la equinococosis poliquística, y E. oligarthrus, que da lugar a equinococosis uniquística, se han reportado con mucha menor frecuencia en el humano. No obstante, el principal responsable de la hidatidosis en humanos es E. granulosus. 

E. granulosus es conocido como la tenia del perro debido a que la forma adulta del parásito se encuentra exclusivamente en los perros y otros cánidos salvajes como el lobo y el chacal, donde no suele presentar patología. Este helminto se transmite cíclicamente entre caninos y numerosos animales herbívoros del ganado, que pueden servir como hospedadores intermedios. El humano es hospedador accidental, afectando sobre todo a las personas que tienen relación con ganado y a los dueños de perros contaminados.

 

El cestodo adulto, localizado en el intestino delgado de los hospedadores definitivos, los cánidos, mide alrededor de 2 a 6 mm de longitud, consta habitualmente de 3 proglótides (inmaduro, maduro y grávido), y un escólex con cuatro ventosas y una doble corona de ganchos. Los huevos de estos cestodos (30 - 40 µm) son eliminados en heces fecales de estos animales carnívoros y son la forma infectiva para hospedadores intermediarios, mamíferos herbívoros u omnívoros (principalmente ovejas, cerdos, ganado vacuno, cabras, caballos), y el humano, como hospedador accidental. La eliminación de huevos por cada parásito es la causa de la contaminación de los suelos, cultivos, agua, y del entorno en general donde transitan los perros, y donde pueden sobrevivir varios meses. Si el hombre o algún hospedador intermediario ingiere estos huevos en los vegetales o la hierba contaminada, las larvas resultantes formarán quistes en diversos tejidos. Mientras, si el perro o algún cánido ingiere la carne o las vísceras del animal parasitado, la pared del quiste se desintegrará en el intestino y se desarrollará un nuevo helminto adulto. Las larvas o hidátides que se desarrollan y enquistan en los órganos internos y los tejidos de los herbívoros y omnívoros, causan el deterioro en la salud del animal y disminución de la productividad. La muerte natural de un animal enfermo en el campo o su sacrificio para obtener carne de consumo, producen la disponibilidad de vísceras infectadas con quistes hidatídicos que pueden cerrar el circuito carnívoro-omnívoro. El ciclo perro-oveja, perro-bovino, perro-cerdo, perro-camello, perro-canguro o perro-cerdo, es importante en la mayoría de las zonas donde E. granulosus es endémico y es la forma que tiene la parasitosis para perpetuarse en una región. En concreto, la equinococosis quística se mantiene principalmente en un ciclo perro-oveja-perro.

La infección en el hombre ocurre tras la ingestión de los huevos a través de alimentos, aguas o suelos contaminados, o por contacto directo y estrecho con perros parasitados. Se ha observado que los huevos se adhieren al pelaje de los cánidos, principalmente alrededor del ano, hocico, muslos y patas. La infección se produce con mayor frecuencia en la niñez debido al contacto estrecho con animales de compañía. Cuando los huevos de E.granulosus llegan al estómago se destruye la capa de quitina del huevo por acción del ácido clorhídrico del jugo gástrico y se liberan los embriones hexacantos que atraviesan la mucosa gástrica e intestinal y llevados por la circulación portal, alcanzan el hígado. Gran parte de estos embriones son fagocitados y destruidos por el sistema mononuclear fagocítico, aunque algunos evolucionan el estado de larva y se enquistan en el hígado, y otros, en pequeña cantidad, embolizan en capilares pulmonares donde siguen una evolución semejante, se enquistan en el pulmón o pasan a la circulación sistémica y se diseminan por el resto del organismo. Una vez que alcanzan su destino definitivo, los metacestodos se implantan en esos tejidos, y forman los quistes hidatídicos. De los quistes hidatídicos, se estima que el 65-75 % se localiza en el hígado, con mayor frecuencia en el lóbulo derecho, entre 25-30 % en el pulmón, y alrededor de 20 % en otras localizaciones. Existen reportes de parasitosis ósea, renal, muscular, en bazo, sistema nervioso central y ojos.

El quiste hidatídico o hidátide es una esfera o vesícula de tamaño variable (1 a 20 cm), llena de un líquido incoloro y transparente, definido como “agua de roca”. El líquido hidatídico es una mezcla compleja de glucolipoproteínas, carbohidratos, aminoácidos y sales, y productos del metabolismo del metacestodo en una base del 98% de agua. Algunos de sus componentes provienen también del hospedador, principalmente albúmina e inmunoglobulinas. El metacestodo vesicular presenta dos capas, una interna, la germinativa, donde se producen las vesículas hijas, y una externa, acelular, conocidas en su conjunto como endoquiste. La capa germinal da lugar a vesículas en las que se desarrollan protoescólices, con 4 ventosas y corona de ganchos. Estas vesículas pueden encontrarse adheridas a la pared o libres, en el líquido, formando quistes hijos. El conjunto de restos membranales y protoescólices constituyen la denominada "arenilla" hidatídica. Toda esta estructura se encuentra recubierta por el periquiste, que está formado por el tejido inflamatorio resultante de la respuesta del hospedador ante el parásito. La inducción de una reacción granulomatosa en el hospedador da lugar a la formación de una tercera capa, de tejido conectivo, la capa adventicia, periquística o ectoquiste, que por un lado aisla al parásito y por otra le sirve de soporte mecánico. El parásito empieza a su vez a formar a su alrededor un cierre esférico de material quitinoso inerte con vacuolización central y se establece así la primera fase de un quiste viable.

Los sujetos infectados pueden cursar asintomáticos durante meses, años o permanentemente. Las manifestaciones dependen del órgano afectado, el número de quistes, su tamaño, desarrollo y la presión ejercida sobre tejidos u órganos adyacentes. Cabe destacar que los quistes localizados en cerebro o a nivel ocular pueden dar lugar a manifestaciones clínicas tempranas. El principal mecanismo patógeno de esta estructura es mecánico. El desarrollo de los quistes hidatídicos es lento, pero con el tiempo puede dar lugar a una masa ocupante que puede causar desplazamientos tisulares muy importantes. En su desarrollo puede comprimir estructuras adyacentes, fisurarse, infectarse y más raramente romperse. También es posible la diseminación de protoescólices, lo que dará lugar a una hidatidosis secundaria.

 

Cuando las manifestaciones clínicas se encuentran ausentes, o son de índole inespecífica, el diagnóstico puede ser difícil. Las manifestaciones clínicas inespecíficas más frecuentes son: hepatomegalia, dolor en hipocondrio derecho, epigástrico, náusea, vómito, urticaria, distensión abdominal, colestasis, hipertensión portal, cirrosis biliar, ascitis y otros signos y síntomas asociados a la masa ocupativa, tales como compromiso pulmonar. Cuando el quiste llega a romperse, pueden presentarse un cuadro de dolor abdominal agudo acompañado de fiebre, prurito y aparición de una erupción urticariforme o de una reacción anafiláctica.

 

El diagnóstico de la equinococosis quística se basa en los antecedentes epidemiológicos, procedencia de zona endémica, contacto con perros, los hallazgos clínicos, técnicas de imagen, serología y técnicas moleculares. Las técnicas serológicas presentan una utilidad limitada, debido a que, independientemente de su localización, los quistes intactos provocan una respuesta inmune mínima, y sólo los quistes con fisuras o que han sufrido ruptura se asocian a una fuerte respuesta. Los métodos moleculares como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) con una sensibilidad y especificidad superiores y con la capacidad de proporcionar un diagnóstico parasitario definitivo, tienen una ventaja sobre las pruebas serológicas convencionales y son muy útiles para la detección del parásito en heces de perro, o biopsias hepáticas u de otro órgano donde se localicen los quistes en hospedadores intermediarios y humanos.

 

Pruebas realizadas en IVAMI:

 

  • Detección molecular del ADN de Echinococcus granulosus (PCR).
  • Detección de anticuerpos IgG contra Echinococcus granulosus (ELISA).

Muestra recomendada:

 

  • Para la detección de anticuerpos IgG frente al parásito, se aceptan muestras de plasma o suero (1 mL) separado de sangre extraída con EDTA. Alternativamente, se aceptará sangre total (5 mL) extraída con EDTA, para la posterior separación del suero en el laboratorio.
  • Para la detección del ADN de E. granulosus se aceptarán muestras de biopsias, aspirado de líquido hidatídico o pared de quistes hidatídicos extraídos. Las muestras de suero o plasma serán aceptadas únicamente en caso de sospecha de rotura del quiste hidatídico.
  • Para la detección del ADN de E. granulosus en hospedadores definitivos (cánidos – perros, etc.), se aceptan muestras de heces.
  • Para la detección del ADN de E. granulosus en hospedadores intermediarios se aceptarán muestras de las vísceras contaminadas con quistes hidatídicos.

 

Conservación y envío de la muestra:

 

  • Refrigerada (preferido) durante menos de 2 días, o congelada si el periodo de conservación es superior.
  • En el caso de enviar sangre total extraída con EDTA, la muestra debe conservarse refrigerada, no congelada, y llegar a nuestro laboratorio en un periodo no superior a 48 horas.

 

Plazo de entrega de resultados:

 

  • Detección molecular del ADN de Echinococcus granulosus (PCR): 24 a 48h.
  • Detección de anticuerpos IgG contra Echinococcus granulosus (ELISA): 4 días.

 

Coste de la prueba:  

 

  • Detección molecular del ADN de Echinococcus granulosus: Consultar a ivami@ivami.com.
  • Detección de anticuerpos IgG contra Echinococcus granulosus: Consultar a ivami@ivami.com.