Trypanosoma evansi - Examen microscópico; Diagnóstico molecular (PCR)
Trypanosoma evansi es un protozoo del género Trypanosoma, familia Trypanosomatidae, clase Kinetoplastea y Phylum Euglenozoa, con una distribución mundial. Este parásito afecta a un amplio rango de animales, siendo los más frecuentes los caballos, camellos, perros, venados y elefantes, en los que causa una enfermedad denominada tripanosomiasis (también conocida como “surra”), una enfermedad de gran importancia económica en áreas tropicales y subtropicales de África, Asia, y Latinoamérica (Centroamérica y Sudamérica). En los animales infectados afecta a su salud, y productividad, careciendo de signos clínicos patognomónicos, por lo que se requieren pruebas de laboratorio para confirmar su diagnóstico. En Sudamérica y Centroamérica el principal hospedador es el caballo. En Asia, los principales hospedadores son los camellos, bovidos, équidos y cerdos. En África, el camello es el hospedador más importante. En las personas, la infección por este microorganismo rara vez causa enfermedad.
Trypanosoma evansi es posee un tamaño de 14 a 33µm x 1,5 a 2,2 µm, con un flagelo libre que emerge del extremo posterior y un kinetoplasto subterminal. Este microorganismo es generalmente monomórfico, aunque se han descrito casos de poliformismo. Morfológicamente, es indistinguible a nivel de microscopio electrónico y óptico de Trypanosoma brucei y Trypasonoma equiperdum. Es un parásito de líquidos extracelulares e intracelulares que afecta a una variedad amplia de hospedadores y tiene la capacidad de cambiar su glucoproteína principal de superficie VSG (Variant Surface Glycoprotein), lo que le permite generar recaídas en los animales infectados, ya que al inducir la aparición de anticuerpos específicos frente a ella, cambia la variante, y la nueva variante no es bloqueada por los anticuerpos previos. Las VSGs son muy inmunogénicas y determinan el tipo variable de antígeno VAT (Variable Antigen Type) de un tripanosoma, que inducen anticuerpos específicos protectores con actividad opsonizante, aglutinante y lítica.
El ciclo biológico de este microorganismo implica un hospedador intermediario que actúa como vector mecánico (no cíclico), generalmente especies de moscas hematófagas ( Tabanus, Stomoxys, Atylotus, Chrysops, Lyperosia, y Haematobia) que transmitirían la infección a través de las picaduras. Los murciélagos hematófagos como Desmodus rotundus en Sudamérica, también pueden transmitir la infección. Además, la infección también puede producirse por la transmisión iatrogénica a través de la sangre, por ejemplo, con la reutilización de agujas. Así mismo, la transmisión de la infección también puede producirse vía oral a través de la ingestión de carne o sangre contaminada. Trypanosoma evansi presenta un ciclo de vida monoxénico, sin que este protozoo sufra evolución en el tiempo que transcurre en la transmisión, entre un hospedador infestado y un nuevo hospedador. Una vez en el organismo del hospedador mamífero, la multiplicación de Trypanosoma evansi se produce por fisión binaria longitudinal, y tiene lugar en sangre, linfa o líquido cefalorraquídeo.
La patogenia de la infección por Trypanosoma evansi varía en función de la virulencia de la cepa y de la susceptibilidad de las diferentes especies animales que actúan como hospedadores. La enfermedad carece de signos clínicos patognomónicos y en general se manifiesta como una forma aguda, con elevada mortalidad, o una forma crónica, generalmente con fiebre intermitente, anemia progresiva y decaimiento. Durante el curso de la enfermedad, se presentan episodios recurrentes de fiebre y parasitemia. Con frecuencia pueden presentarse edemas, particularmente en las extremidades y el abdomen. Además, se han descrito casos en los que la infección por este microorganismo puede provocar daños en la función motora y abortos. Otros signos y síntomas menos habituales incluyen diarrea, ictericia, secreción nasal mocuporulenta y disnea. Cuando los parásitos acceden al sistema nervioso central y al humor acuoso, se pueden observar síntomas neurológicos y hemorragia ocular. La enfermedad puede presentarse de forma aguda en animales jóvenes y hembras en periodo de gestación, en los que causa su muerte en pocas semanas. En las zonas endémicas, la infección se desarrolla generalmente de manera crónica y puede persistir por años.
Pruebas recomendadas para el diagnóstico:
La ausencia de signos clínicos patognomónicos obliga a disponer de pruebas de laboratorio con suficiente sensibilidad y especificidad. El diagnóstico puede basarse en cuatro tipos de pruebas: 1) exámenes parasitológicos para visualizar el parásito; 2) métodos para detectar el antígeno del parásito; 3) métodos para detectar anticuerpos; y 4) métodos de diagnóstico molecular para detectar su ADN.
Los métodos parasitológicos para observar el parásito pueden realizarse observando extensiones sanguíneas teñidas con Giemsa o equivalentes; en la observación de la capa leucocitaria tras una prueba de microhematocrito (MHCT: Microhematocrite Centrifugation Techniques); prueba miniaturizada de centrifugación de intercambio iónico (MAECT: Miniatura Anion-Exchange Centrifugation Technique), o en la inoculación a roedores experimentalmente. La sensibilidad de estas pruebas se incrementa desde la de menor sensibilidad que corresponde a la observación de extensiones sanguíneas, a la de mayor sensibilidad que corresponde a la inoculación experimental de roedores.
Las pruebas basadas en la detección de antígeno más utilizadas son la prueba de aglutinación pasiva de partículas de látex, y la prueba inmunoenzimática (ELISA) de captura para detectar antígeno. Estas pruebas se consideran complementarias de las pruebas de observación parasicológica y poseen suficiente sensibilidad en las infecciones activas, pero su sensibilidad disminuye cuando la parasitemia es fluctuante y baja el número de parásitos, como ocurre durante las infecciones crónicas, o cuando se forman complejos de antígenos y anticuerpos.
La detección de anticuerpos, permite agrupar las pruebas en dos tipos de métodos. En las zonas con escasos recursos, se utilizan métodos inespecíficos: prueba del formol; prueba del cloruro mercúrico; o prueba de la turbidez de timol. Las pruebas sexológicas específicas detectan anticuerpos específicos. De ellas las más utilizadas en las zonas de endemia son: prueba de aglutinación (CATT: Card Agglutination Test Tripanosoma); Tripanolisis inmune (TL); prueba de aglutinación de látex (Latex agglutination test) para detectar anticuerpos; prueba de anticuerpos fluorescentes (IFAT: Immunofluorescent Antibody Test); y enzimoinmunoanálisis (ELISA: Enzyme-linked Immunosorbent Assay).
Las pruebas de diagnóstico molecular (PCR) para detectar ADN del parásito son superiores en sensibilidad a las de observación y detección de antígeno, tanto en las fases prepotentes, como en las fases crónicas, y se considera que pueden detectar un tripanosoma por mililitro de sangre.
Las pruebas serológicas, además de requerir tiempo para que se hayan desarrollado anticuerpos, permiten identificar al género de Trypanosoma como causante de la infección pero no la especie. Debido a ello, se recomienda el diagnóstico molecular como el método más sensible para la identificación de la especie Trypanosoma evansi.
Pruebas realizadas en IVAMI:
- Observación microscópica de extensiones sanguíneas.
- Inoculación experimental a roedores (ratones y hamster).
- Diagnostico molecular (PCR), para detectar ADN de Trypanosoma evansi.
Muestra recomendada:
- Sangre total extraída con EDTA (2 a 5 mL).
Conservación y envío de la muestra:
- Refrigerada (preferido) durante menos de 2 días.
- Congelada: más de 2 días (sólo para pruebas de diagnóstico molecular).
Plazo de entrega:
- Examen microscópico: 24 horas.
- Inoculación experimental: 10 a 15 días.
- Diagnóstico molecular (PCR): 24 a 48 horas.
Coste de la prueba:
Consultar a ivami@ivami.com